Gruñidos feroces, aferrados a la cama.
Vemos como perdemos nuestro propio horizonte.
Caricias y azotes hacen que nos desvanezcamos entre las sábanas.
Los oídos mudos de la ciudad hacen que olvidemos nuestros nombres.
Después de vagabundear entre la rutina, nos buscábamos.
Llega la hora de entregarse, de sucumbir a la nocturnidad del ansia.
Caprichos de asfixia, de sumisión.
Es nuestro momento, nadie mira y todos escuchan el dulce maltrato.
No nos importa, alto y claro.
Como cazador, proclamas tu victoria dándome caza.
Ingenuo cazador, has caído también ante la luz de esta pequeña luciérnaga.
Sonando: Feist - 1234
Muy buena. Intuía que desembocaría en "cazador - cazado" (es muy tuyo)