Borracha de soledad.
Embriagada por el olor de tu propio sudor.
Angustiada por tu pelo largo y mojado de sal, pegado a tu cuello, a tu espalda.
Tecleas letras, que juntas parecen cargadas de felicidad, de tremenda luz derrochada. Y así todo el mundo contento.
Y una araña anciana, te grita, ¡Pasea, pasea! y piensas mientras la miras con indiferencia si bueno, eso estaría bien si tuviera con quien pasear. Y el caso es que, no es que no tenga con quien pasear, sino que
bueno, no quiero pasear, no quiero ver a nadie, nada, no quiero hacer nada.
Silbas, mientras vuelas con el viento
Eres una hoja más
entre las miles que han caído de ese árbol que alguien plantó.
Tienes ese color rojizo, pero algo menos rojizo, menos vivo, más
seco.
Y vuelas calles
tu árbol ya para lejos
un par de manzanas. Has sobrevivido ruedas de coches
y el asfalto te ha servido de playa
en ocasiones
duchado por la lluvia.
Y llega un día en el que te estancas en un bordillo. Hay te quedas. Quieto. No hace ni pizca de aire. Hoy no volarás.
Khaos! Este post es por ti. Me has hecho pensar y mira que pocas cosas pienso. Y menos las que posteo.
Bueno en el post de Problemas del blog Más sabe el diablo me hizo recordar mi tiempo como panadera, de una cadena de esas que tienen de casi todo, menos velas, pero que si tienen cafeteria donde la gente te pide tallaets y americanos y otras cosas por el estilo.
Bueno pase dos años acudiendo a trabajar en esa panadería, situada en una calle de mucho paso, ideal para que triunfara y se llenara los bolsillos explotando a las trabajadoras, si trabajadoras porque todo eran dependientas hasta que hace un año por que solicitábamos, que en una empresa donde solo había mujeres, el botiquín no tenía algo tan normal como eran las compresas, si! Cierto
muy cierto y tremendamente patético. No me sirve la frase de siempre tienes que llevar una en el bolso porque una no te aguanta más de nueve horas. Bueno el caso es que en lugar de poner compresas en el botiquín empezaron a contratar hombres.
El caso es que este post no es de crítica a la empresa, que además de los quemazos que me lleve con el p**o horno que no cerraba bien, me lleve otro tipo de quemazos con jefas/es. Bien a ver si me centro.
El post al que me remito trataba de los fallos, pero yo con este quiero decir que aunque fueron dos años raros, de fines de semana retorcidos, realmente los aprecié. Conocí la cara del que esta detrás de la barra atendiéndote, de lo cansado que puede llegar a estar después de salir la noche anterior de fiesta, porque el/ella también es humano y necesita salir, necesita vivir, de que en ocasiones puede estar realmente destrozad@ por causas personales, y tu solo te quejas de que el pan, el café o las rosquilletas que te despacha no son de tu gusto, cuando el/ella desea meterse en la trastienda a llorar.
En su día no lo hice, porque no podía atender y agradecer cuando lo único que necesitaba era estar sola. Pues bien, ahora lo hago, doy las gracias a mis clientes, que cuando estaba feliz y alegre me sonreían o me reprochaban el pan con mala o buena sangre. Supongo que los clientes también tienen días. Del día que tuve que esperar un par de horas por la noche por que las llaves de mi coche estaban dentro de la tienda y había cerrado sin tener la llave y me ofrecieron su sofá para esperar. Y miles más de gracias, de cómo se comportaban conmigo cuando olían en mi rostro que las cosas no me iban tan bien. De cómo se comportaron el día que llegue deshecha en agua, porque me faltaba el amor. De sus caras cuando me vieron entrar con los ojos hinchados de llorar un domingo a la una. De cómo me intentaban sonreír y animar cuando tras pedirme una barra de pan estallaba a llorar recordando que estaba sola. Como la barra en la bolsa. De cómo ese mismo día Isa, mi compañera curro pasó a ser mi mejor aliada, una Luna más. A Isa, de cómo ese día vino media hora antes de la que le tocaba, por consolarme con una fiambrera con macarrones con atún. A Isa, por ayudarme, sin que yo se lo pidiera en todo lo que puede. A Isa, por ayudarme a conocer Barcelona, mi eterna ciudad encantada. A Isa. Y a Isa
Un post no es suficiente para agradecerle a Isa y a toda la gente que e despachado y de la que he conocido sus manías con el pan, su tierno o duro comportamiento conmigo. Mª Jesús con su pan gallego tremendamente hecho, del hombre de los dos perros blanqueta i calenteta pero siempre eran dos. A Fran, nuestro Pesao, por sus horas perdidas en la barra intentando conseguir nuestros teléfonos, el mío lo consiguió, por pesaó. A los pizzeros, que fueron muchos, los que nos invitaban a pizzas especialmente para ti.
Fueron dos años de personas de un mismo barrio, que una y otra vez te pedían lo mismo cada fin de semana, que se sorprendían, cuando al tercer fin de semana que entraban ya le tenías preparado su planto con los cuatro sobres de leche condensada esperando un café con leche, corto de café en taza, por favor.
Gracias, por su visita en mi vida. A todos.
Despiertas con nenúfares a tu alrededor. Todo es mágico.
Vuelas sobre un lago de luces. Las estrellas no están en el cielo, sino en el agua.
Algo raro está pasando. Todo es nuevo. Son bosques de olores eternos.
El color de todo es más brillante que nunca, como si estuviese hecho todo de purpurina, de luz.
Las risas se escuchan en la lejanía, todo es alegría.
Caminas sobre hierba, si de esa, de la alegría. Unos se la frotan entre las manos y la huelen. Algunos juegan con las mariposas, a ti ya no te hacen falta.
Te han crecido las alas. Por fin. Y te da igual estar sola. Eres una mariposa, siempre lo has sido. Pero ahora resplandeces tu sola. Por que eres luz.
Entonces apareció Dûlwe. .....
Majestuoso Dûlwe, el gran mago de las playas muertas. De eso estaba compuesto el Centro de Fango, de la arena de las orillas muertas de la superficie de Ut. Y de eso estaba hecho Öteck. Un duende creado a partir de arena muerta, por eso tenía ese odio y hojas en el pelo, esas hojas eran las algas desterradas del mar. Y sus ojos eran una estrella caída, pero eran las dos mitades más grandes de todo Ut que se habían encontrado entre deshechos.
- Dime Öteck, ¿Qué te han dicho? ¿me traerán al lùrç?
- Verá
-comenzó el nervioso duende- resulta que
- Dime, ¿Qué ha pasado? comenzó a impacientarse
- Pues verás
apareció el lùrç y
- ¿Y?....
- Huí sin respuesta
-sonriendo temeroso, sabía que ese hecho no le agradaría.
- ¡¡¿Cómo?!! ¡¿No esperaste una respuesta?! gritó tremendamente disgustado. pero
bueno, viste al lùrç.
- ¡Si! ¡Si! lo vi. -Dijo ansioso, había hecho algo bien a pesar de haber fallado.
- Y dime, ¿Te reconoció?
- Si, mi amo Dûlwe. Y no tenía un buen recuerdo dijo sonriendo por el odio
- Por eso huiste ¿no?
Un gran vacío. Todo es oscuridad. De pronto líneas azules se tejen sobre ti. Miles de arañas trabajan. Tejen tu inseguridad. Sobre ti. Sobre tu espacio. Sobre tu mente.
Y caminas por un una eterna orilla
solo te mojas hasta los tobillos al caminar. Solo los pies
y por mucho que camines, solo los pies. Pero no es algo fluido, es espeso. Te hace difícil el caminar, casi insoportable.
Y la luz de la tela de araña gigantesca es azul. Intenso, y empieza a iluminarte. Te baña la cara, la ropa, tu vestido lánguido de sueños. Y consigues ver que caminas sobre la angustia. Y de nuevo te sientes mareada, abrumada por ese sonido de las arañas tejiendo, y por el ruido que haces al caminar por los vómitos de una desesperación ambigua.
¡¡No quiero estar sola!!
Eso es lo que tejen tus arañas, una y otra vez. Y se multiplican, cada vez son más.
¿¿Por qué estás sola?? Esto es el murmullo de la angustia. Decides parar de caminar así por lo menos, no escucharas a tu propia angustia. Pero aun así las arañas siguen tejiendo ¡¡No quiero estar sola, No quiero estar sola!! Tejen una y otra vez.
Y el calor de la rabia se apodera de ti. De tu cuerpo y ardes. Las sienes repiten silencio, silencio, mejor sola, mejor sola pero no paran de tejer. Aprietas tus sienes todo tu cuerpo arde. Y pides paciencia, susurras paciencia, todo llegará, ¿no?; gritas silencio y revientas en mil y un pedazos de soledad. Y las arañas siguen tejiendo.
Seguimos! XD
- ¡¡Öctek!! gruñó Lîerg. El duende no esperó ni un segundo, salió despavorido de la casa. Chillando. Y como un topo se adentro en la tierra.
Kïny y Tinê sorprendidos por la actuación del duende, se miraron y miraron a Lîerg. La anciana no sabía que hacer o que decir.
Los Lùrçs eran hombres lobo, pero estos siempre tenían apariencia de lobos, el que no la conseguía mantener era deshonrado, por lo que nadie conocía su aspecto humano. Muchos de ellos todavía vivían allí, desde hacía mucho tiempo. Eran guerreros, los más fuertes y cualquier raza mágica que hubiera pretendido poblar la Luna, tubo que luchar con ellos, y nadie desde que la conquistaron lo ha conseguido.
Los tres se dirigieron al salón donde ocuparon asiento. Los médicos se sentaron justo enfrente de Lîerg y lo observaron entre el miedo y la sorpresa.
Lîerg estaba algo aterrado, su voz al pronunciar el nombre del duende había sonado bastante distinta.
Los tres comprendieron que Lîerg era un lùrç. Que si querían saber de Gïra deberían acudir al centro de fango de donde venía Öctek.
- Vale, ¿Qué es lo que tengo que hacer? ¿Dónde tengo que ir? dijo Lîerg poniéndose de pie
- Verás esto no es tan sencillo. Nada que tenga que ver con el centro de Fango lo es. dijo Tinê
- Se que puedo hacer. Además quizá esto sea por lo que he venido aquí ¿no? los tres quedaron pensativos.
- Puede ser pero no puedes ir al Centro de Fango como si tal cosa. le comentó Kïny.
- Se que puedo ir. Además
-dijo Lîerg
- Gïra
-acabó Tinê, miro rápidamente a Kïny, acababa de recordar algo importante.
- ¿Qué pasa querida?
- Gïra es el último deseo perdido. Y él
-señalando a Lîerg
- El último lùrç
-terminó Kïny
- No podemos permitir lo
no, lo siento Lîerg pero no puedes acudir al Centro de Fango
sería terrible para Ut.
- Pero, ¿Y Gïra?-quiso saber Lîerg clavando sus ojos en los de la anciana.
Mientras Öteck gateaba por innumerables pasadizos de tierra húmeda, ensuciando cada vez más su enmarañado pelo. Los pasillos eran oscuros, hasta llegar a desembocar a uno iluminado y ancho, tanto que el duende podía caminar erguido. Öteck anduvo por el pasillo, siguiendo un camino hasta llegar a una gran pasarela sobre un río de fango. Estaba en el mismo centro de Fango. Tras la pasarela un gran portón, daba paso a una enorme sala, azulada y con miles de estrellas atrapadas en frascos para que la iluminaran. Y esperó nervioso, sus ojos brillaban más que nunca. Eran del color del ámbar bajo el sol. Entonces apareció Dûlwe.
Dije que cambiaría mi mundo, que lo haría de nuevo, y así lo hice. Lo cambié todo.
El bosque lo hice de colores cada árbol de un color distinto olvidándome de los colores tristes y de los árboles que no florecían.
La arena de la playa era blanca y en lugar de quemar con el sol, era fresca.
Y mi luna era de plata líquida como me había propuesto y se bañaba en el mar de diamantes que cree para ella.
Pero mi noche no tenía el cielo despejado, bueno si, despejado de nubes pero mis estrellas son lágrimas. Son lágrimas de luz oscura. Y no consigo bañarme en el mar. Huye de mí, de mi caminar solitario.
De noche los árboles gritan en lamentos. Lloran la tristeza de la que se alimentan mis estrellas. Y no puedo acercarme a ellos, sus sollozos me abarrotan y consiguen que me desplome sobre la arena más fría todavía, y llore diamantes nuevos para el mar.
Así, que mi propósito, ha sido en vano, solo consigo ser feliz de día. En la noche todo es gris, tremendamente oscuro. Y estoy sola.
Este es para mi pequeño sobrinillo. Esto es su nacimiento, duro intenso pero mereció la pena.
Hojas verdes y flores de azules intenso.
Ahora llueve, ahora no, una noche extraña. Nervios compartidos, dolor para una persona, pero, para todas alegrías e ilusión por verle.
Un duendecillo de ojos azules como el cielo de verano se acercaba a la vida.
La sala de espera repleta de hojas de taburete, incomodas. Cualquier seta sería incomoda para esta espera de horas eternas.
El padre ansioso, asalta a cualquier hada con cofia de enfermera. Quiere acariciar a su hadita y saber si su pequeño está a salvo. Pero nadie le dice nada, solo un ogro le gruñe tras preguntar.
Y comenzó a hacerse de día, pero el pequeño con dos cachitos de cielo y el hada del sol no se dejaban ver.
Otra hada amaneció. Y su madre ya en reposo le dijo a su marido que el hada de sol que tenía a su lado tenía ya recorridas nueve lunas y pronto llegaría a la décima a recoger a su pequeño. El duende amigo, subió a la terraza a informar, a decir que solo quedaba una luna más que recorrer. El padre con tremenda ilusión recogió las palabras en su enorme sonrisa, y se llenó de enorme paciencia cargada de nervios.
Un poco más de día, menos ganas de esperar pero más ilusión. Y salió un duende de verde preguntando por el padre. Malas noticias, el hada del sol, cansada por un viaje duro, de camino a la décima luna se detuvo, no podía más. Pero pronto le ayudarían con un soplo de aire frío que cortaría su cansancio. Arrastraron la luna hasta el hada del sol para que recogiera a su pequeño.
Un par de minutos largos como horas el hada enseñaba orgullosa su duendecillo, cansada. Su padre, alegre por tenerlos a los dos, no podía para de besar a su hada, a su sol. No podía creer que su pequeño era tan diminuto.
Ya, con los dos a salvo el padre arropo a su duendecillo, mimó a su sol. Y todavía y para siempre cuidará a su pequeño cachito de cielo y a su enorme sol, fuerte y amarillo.
bueno XD aki ta otra parte más...y a ver si acabo los examenes y me pongo en serio que empiezo a delirar! a una kosa mas!!!1
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SOY TIAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
jajajajajaa eso lo posteare dema!! pero ke konste ke a nasio oy! XD
- No. de pronto se escuchó un gran estruendo en el interior de la casa que hizo que Oiner se detuviera.
La pareja corrió hacía el interior de la casa buscando el causante del estruendo. Y en el suelo de una de las habitaciones encontraron un duende de las sombras que atravesando la ventana había entrado en la estancia. Estos duendes suelen ser los duendes mascota de seres oscuros. Este, en cuestión era de color marrón, de ojos enormes y amarillentos, resplandecientes como el cristal y el pelo estaba sucio de barro y hojas secas enredadas. En sus cejas se leía la enorme malicia y la oscuridad de su corazón. El duendecillo se erguió, espolsándose los diminutos trocitos de cristal de sus ropas sucias.
- ¡Hola! Mi nombre es Öctek. Soy siervo del Amo Dûlwe. Señor de las sombras de Ut. mientras hacía una reverencia.
- ¿Y qué es lo que quiere de nosotros el Amo Dûlwe? dijo Tinê.
- Bueno no es eso exactamente, mi amo tiene algo que vosotros seguramente queráis mucho. después de decir esto Öctek, el duendecillo de ojos de cristal, se sacó de su bolsillo algo tremendamente diminuto. Que entre las palmas de sus manos sucias y callosas de escarbar en la tierra, tenía un brillo plateado. Se lo aproximó a la altura de la boca y sopló haciendo una estela de brillo mágico que Tinê reconoció, era el de los deseos perdidos.
-
Gïra
-dijo en susurros Kïny ¿Y que tendremos que hacer para recuperarla, Öctek?
- Bien, es algo realmente sencillo. Sabéis donde podemos encontrar al último Lùrç. mientras se espolsaba de las manos los restos de polvo mágico.
Mientras Lîerg despertaba por el olor que desprendía el duende. Y sigilosamente se encaminó hacía ese olor. Cuando Lîerg se acercó a la puerta y entre las sombras se asomó. La expresión de total tranquilidad del rostro del duende se convirtió en miedo. Öctek no podía diferenciar la silueta del ser que se asomaba, pero su olfato le decía que no era un ser cualquiera. Los ojos de Lîerg brillaron por el reflejo de los primeros rayos de sol que entraron en la habitación. Öctek comenzó a orar en su lengua, mientras no paraba de mirarlo y caminaba hacía su particular entrada.
- ¡¡Öctek!! gruñó Lîerg. El duende no esperó ni un segundo, salió despavorido de la casa. Chillando. Y como un topo se adentro en la tierra.