Lo has sentido dentro y tan real que pronunciaste su nombre.
Has sentido el frío del azulejo en tu espalda desnuda, mientras él golpeaba todo tu calor, y fue tan real que susurraste su nombre.
Has sentido sus dedos en tu piel, su respiración en tu cuello y fue tan real que jadeaste su nombre.
Solo fue un sueño, un deseo tan tremendo, que cada vez que visitas el lugar ves tú marca en la pared.
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