Y tengo toda la brisa golpeándome. Igual que el sol con la parsimonia de su calor.
Tengo el azul del mar en mi pelo ondeante.
El verde salpica el asfalto. Y mil estrellas caen de mis ojos, iluminando flores violetas.
Porque siento el mundo en mi estómago. Siento que es mío y que puedo agitarlo con campanas de la risa.
Porque la luz cambia y domina a las sombras de los árboles, obligándolas a girar a su antojo.
Hoy me toca estar al sol y brillar.
Sonando: Blood Roses
Tú siempre brillas, querida Perséfone. La cuestión es que te des cuenta, como ahora. ;)
Un saludo, maja.
Brillas, y mucho, desde el sur puedo ver el destello de tu estrella.
Mirando por aquí y por allá en tu web me ha gustado la expresión "mariposas de hierro". Redescubriendo.